miércoles, 12 de mayo de 2010

No te alejes nunca de mí...


Ellos seguían dejando al mundo a un lado... con su sola compañía les sobraba para ser felices.
Pasaban los días, él sabia que lo estaba haciendo bien, mejor dicho, perfecto, y lo mejor de todo es que sólo tenía que ser él mismo...

De repente un día, lágrimas femeninas.. y una frase...
"Cariño, no te alejes nunca de mí, no te canses de mí, no me dejes..."

Él sonríe, la mira, la besa y le responde : "no podría, tu eres mi vida..."

Gonzalo

jueves, 6 de mayo de 2010

Las grandes historias de amor se escriben día a día.





Contra todo pronóstico ahí estaban ellos... aproximándose cada vez más.
Durante la última semana habían pasado mas horas juntos que separados.
Ya casi ni necesitaban articular palabra alguna para decirse cuanto se querían.
Así son las cosas... transcurren despacito, dando un paso atrás y dos adelante,
sabiendo que cuando se avance, será porque así debe ser.

Él estaba completo, vivo a su lado. Rebosaba felicidad por cada poro de su piel.
La tarde del sexto día él se preparaba ilusionado...
Exfoliaba su piel, disfrutaba apurando su afeitado mientras desde un rincón de su vivienda sonaban con elegancia el Jazz más puro y exquisito.
Tarareaba cada canción, aún sin saberse todas las letras de memoria. No le importaba, era feliz.
Se duchaba, cantando a pleno pulmón, con un espasmódico bailecito como complemento a tan gran interpretación digna de un loco enamorado.

Se aplicaba cremas varias, peinaba sus cabellos cortos, seguía bailando, guiando a una pareja de baile imaginaria, se sentía tan liviano, que creía flotar.
Se puso los pantalones negros pitillo, la camisa blanca, su chaleco, la corbata negra, y finalmente esa americana de terciopelo de color chocolate que tan bien se sentaba. Estaba listo.

Pensando en ella, le dedicó una última canción frente al espejo, y finalmente acudió a su cita, sabedor de que cada segundo juntos es un regalo, es un proyecto, es UNA REALIDAD.

Sabedor de que ella era su marca personal de heroína.

Sintiéndose BIEN

Gonzalo

martes, 4 de mayo de 2010

Acto tercero (y final? )


Al día siguiente compartieron 12 horas de su vida...
12 horas de besos, caricias, pasión, y algo que podría llamarse "amor".
Él ya estaba perdido... la amaba como nunca antes había amado, la necesitaba, la quería, la adoraba, la deseaba.. ella era su vida, lo era todo.

Una comida a base de atún a la plancha, espárragos verdes y ensalada mediterranea. Un buen vino blanco para acompañar, y para hacer la digestión, un película abrazados en la cama.
Mil besos, mil caricias... sus labios ya estaban enrojecidos, agrietados, desgastados... pero querían más y más...

Hasta que , de nuevo, la despedida, y la promesa de dejar de amarse, de ser los que fueron antes de que todo aquello sucediese... amigos, cómplices...

Él muere lentamente en cuatro vasos de Vodka con hielo, en la soledad y la frialdad de una habitación empapada en el olor de su amada, él... simplemente la ama más que a su propia vida, y con éste hecho da sobrada muestra de ello...

Gonzalo

lunes, 3 de mayo de 2010

Créeme cuando te digo que...



Él temía sucumbir a sus instintos. Descubrir que ya había caído en un foso de frenesí sin tan siquiera darse cuenta.

Era el momento de ponerse a prueba, de intentar resistir, de medir sus fuerzas reales, con las que él pensaba que poseía...
Lo consiguió. La besó, y con ese gesto, con esa caricia labio contra labio, conoció por vez primera el sentido de lo que la gente ducha en relaciones eternas llama "verdadero amor".

Ahora todo era más duro, más difícil, pues no podían ser mas que lo que eran... Ahora todo iba a ser lucha y resistencia, pero él estaba dispuesto a todo, a TODO por estar cerca de ella.
La amaba, y ya nada podría ir mal mientras supiese que esporádicamente ambos podrían tumbarse en su cama a ver una película, a hablar con susurros, o a escuchar jazz.

Ahora que había probado sus labios, acariciado su piel, y mordisqueado su cuello, sabía que estaba absolutamente entregado a esa chica dulce que tantas y tantas veces había impregnado su dormitorio con el perfume de sus cabellos.

Él se dijo a si mismo que debía resistir la tentación, reprimir sus sentimientos, fortalecer su espíritu, engañarse a sí mismo...


Cuando ella se fue, un último beso en el portal, otro más, y con el último, él quedó vacío, muerto, inerte... inmóvil.



Gonzalo