jueves, 6 de mayo de 2010

Las grandes historias de amor se escriben día a día.





Contra todo pronóstico ahí estaban ellos... aproximándose cada vez más.
Durante la última semana habían pasado mas horas juntos que separados.
Ya casi ni necesitaban articular palabra alguna para decirse cuanto se querían.
Así son las cosas... transcurren despacito, dando un paso atrás y dos adelante,
sabiendo que cuando se avance, será porque así debe ser.

Él estaba completo, vivo a su lado. Rebosaba felicidad por cada poro de su piel.
La tarde del sexto día él se preparaba ilusionado...
Exfoliaba su piel, disfrutaba apurando su afeitado mientras desde un rincón de su vivienda sonaban con elegancia el Jazz más puro y exquisito.
Tarareaba cada canción, aún sin saberse todas las letras de memoria. No le importaba, era feliz.
Se duchaba, cantando a pleno pulmón, con un espasmódico bailecito como complemento a tan gran interpretación digna de un loco enamorado.

Se aplicaba cremas varias, peinaba sus cabellos cortos, seguía bailando, guiando a una pareja de baile imaginaria, se sentía tan liviano, que creía flotar.
Se puso los pantalones negros pitillo, la camisa blanca, su chaleco, la corbata negra, y finalmente esa americana de terciopelo de color chocolate que tan bien se sentaba. Estaba listo.

Pensando en ella, le dedicó una última canción frente al espejo, y finalmente acudió a su cita, sabedor de que cada segundo juntos es un regalo, es un proyecto, es UNA REALIDAD.

Sabedor de que ella era su marca personal de heroína.

Sintiéndose BIEN

Gonzalo

No hay comentarios: